viernes, 13 de abril de 2018

Compromiso Social, del consenso a la práctica




Desde que me conozco como emprendedor y empresario, siempre tuve la inquietud y la decisión de lograr un desarrollo empresarial que fuera socialmente responsable.

Una de las principales dificultades con las que me encontré fue el paso de instrumentación y ejecución estratégica de esas prácticas responsables y sostenibles, a partir de nuestras convicciones junto al consenso que le antecede para vincularlas con la solución de problemas o asuntos claves que amenazan al negocio y afectan a la comunidad.

¿A qué llamamos consenso en este caso?

Por un lado, tenemos aquel consenso que surge del Pacto Mundial de la ONU sustentado en cuatro documentos:
  • Declaración Universal de los Derechos Humanos.
  • Declaración de la Organización Internacional del Trabajo relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo.
  • Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.
  • Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción.

Junto a esto, tenemos el consenso que se gesta dentro de la organización, aquel acuerdo empresarial inherente a nuestra visión y valores en función de un entorno al cual queremos transmitir y compartir nuestro ideal de sociedad organizada, capacitada, sustentable, justa y próspera.

Este gran consenso es sólo el comienzo hacia una empresa socialmente responsable. Para pasar a la práctica de esos cambios que queremos acometer en nuestro entorno, se necesita mucha investigación a fin de detectar los sectores donde podemos  intervenir para alcanzar un beneficio inmediato, pero también una línea de acción que a largo plazo logre un cambio positivo de gran impacto, ya sea, mejorar su calidad de vida, especializarse en una actividad económica, erradicar la violencia, alcanzar cierto nivel de sustentabilidad, conservar el medio ambiente, y así tantos otros.

Posteriormente viene la conformación de un equipo compacto conformado por directivos, voluntarios, expertos en el área y comunidad involucrada, para articular un plan de acción de donde saldrán los programas y acciones que vayan en ese sentido, de manera planificada, controlada y medible en aras de determinar su efectividad y los ajustes en el tiempo.

Personalmente puedo confirmarles lo grato y satisfactorio que ha sido para la Organización Gorrín, pasar del consenso a la práctica de políticas y programas dirigidos a apoyar la salud y educación a niños y jóvenes de escasos recursos para que con su propio esfuerzo, dedicación y entrega puedan labrarse un futuro más promisor.

Esta práctica se corresponde con el ideal que tenemos de un país donde todos podamos desarrollar nuestras capacidades y con oportunidades para crear, crecer y convivir en paz.

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