Por Raúl Gorrín.- Mantener buenas relaciones con nuestros
seres queridos, con los vecinos y con los compañeros de trabajo es un deseo de
todos, pues el trato sincero, honesto y armónico con quienes nos rodean es
fundamental.
De las buenas relaciones dependen depende no solamente la
cordialidad, sino aspectos vitales como la productividad de las organizaciones,
por cuanto las empresas o emprendimientos no son entes mecánicos, sino
estructuras donde hacen vida personas que se interrelacionan entre ellas y lo
pertinente es que entre ellos reine el buen trato y la armonía.
Saber ponerse en los zapatos del otro, comprender la
emocionalidad de nuestros semejantes, contar con la ayuda, disposición y
colaboración de los demás, sin duda mejora la vida laboral.
Lamentablemente no siempre ocurre esto en el seno de las
organizaciones, donde se suscitan conflictos entre trabajadores, ambientes
discordantes, intentos por ocultar información, donde existen jefes tiranos y
subordinados rebeldes.
Un panorama de relaciones que en ocasiones puede
constituirse en verdaderos campos de batalla.
Para sortear esta situación la inteligencia emocional es indispensable,
pues puede ayudar al mejoramiento de las relaciones en el trabajo al proporcionar
herramientas que contribuyen al entendimiento de todas las partes que convergen
en empresas y emprendimientos.
La inteligencia emocional contribuye a transformar relaciones
en el trabajo y los ambientes hostiles pues está demostrado que un alto
cociente emocional, aparte de mejorar las relaciones, reduce el estrés y
proporciona felicidad y salud.
Hay estudios que han establecido que la emocional es el
mayor predictor del rendimiento en virtud de que es responsable del 58 por
ciento del éxito en cualquier tipo de trabajo. Los trabajadores emocionalmente
inteligentes tienen mejores salarios que aquellos que tienen menor cociente
emocional.
Una organización donde haya priven las relaciones
armoniosas, es un lugar en el que los trabajadores tienen una mayor disposición
a llevar a delante su labor, en pocas palabras, están más dispuestos al trabajo
y, por ende, a la productividad.
Para quienes ostentan puestos de supervisión o son cabezas
de equipos de trabajo, es fundamental tener dominio de las herramientas que
otorga la inteligencia emocional para que se mantengan los índices que hacen
posible alcanzar los objetivos y metas trazados.
El control emocional facilita el buen manejo de los
conflictos y diferencia y encamina la solución de los mismos.
Donde hay buenas relaciones es más factible ser productivo.
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