Por Raúl
Gorrín.- La generación X, los millenials y los baby boomers conviven en las
oficinas, generando un ambiente laboral diverso que supone nuevos retos para el
manejo del recurso del recurso humano.
Las
etiquetas generacionales señalan a grupos etéreos con particularidades en sus motivaciones
laborales. Aquí te vamos ayudar a entender las características de cada
generación; y lo que debe suponer saber manejar estos trabajadores desde el
punto de vista de la gestión de talento humano en las empresas.
La
generación de los baby boomers. Se incluye a quienes nacieron entre 1944 y
1960. Algunos de ellos quizá ya estemos jubilados, pero en todas las empresas
aún encontramos a varios compañeros de trabajo que pertenecen a esta
generación. Los baby boomers son muy optimistas, comprometidos y adictos al
trabajo. Para retenerlos es necesario crear un ambiente de trabajo estable y
tranquilo. Les gusta que los premien, son motivados por incentivos que dan
estatus, como viajes al extranjero y reconocimientos por trayectoria.
Una
empresa puede contar con ellos hasta que decidan jubilarse o retirarse.
Son gente que creció bajo una educación que conoció la disciplina y un esquema de estructura y dirección, lo que hace que reconozcan el liderazgo y orden jerárquico dentro de las empresas. Son los primeros en hacer un equilibrio entre su trabajo y su vida personal, la cual tiene un gran valor para ellos. Para retenerlos hay que alimentar sus objetivos y deseos en base a su vida personal, y la forma de ganarse su lealtad es desarrollando seguridad en su carrera. Esta generación ha visto cómo la fuerza laboral es desplazada por máquinas y robots en el ámbito operativo, por lo que es muy importante para ellos tener un claro plan de carrera y de desarrollo de personal que garantice dicha seguridad.
Los millennials. Considerada
por muchos una fuerza laboral inestable, esta generación comprende a los
nacidos desde 1981 hasta la fecha. Es considerada la generación responsable de
altos índices de rotación, que pierde el interés fácilmente por sus trabajos,
padecen falta de compromiso. Muchos de sus miembros ya se encuentran ocupando
cargos gerenciales, por lo que el reto para la gestión de talento no es
retenerlos, sino fidelizarlos.
Deberíamos entender que sus necesidades de cambio
responden a la búsqueda de nuevos retos y a que su experiencia laboral les de
nuevos conocimientos y posibilidades de desarrollo como personas. Lograr dichas
metas los motiva a permanecer en una empresa.
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