Por Raúl Gorrín.- Trabajar es sin duda una bendición que
permite al hombre desplegar todo su potencial, tanto para garantizar su
subsistencia, como para mostrar y desarrollar sus talentos y habilidades. En el
trabajo el ser humano da lo mejor de sí mismo y para ello se prepara desde sus
primeros años estudiando y formándose en algún oficio, vocación o profesión.
Sin embargo, hay que advertir que es una cosa es dar lo
mejor de sí y cumplir con la responsabilidad de trabajar y otra muy distinta es
convertirse en un adicto al trabajo olvidándose por completo del resto de las
actividades y compromisos consigo mismos, con la familia y con la sociedad.
A los adictos al trabajo también se les conoce como workaholics y se caracterizan porque
para ellos el trabajo se convierte en centro de sus vidas y no pueden
resistirse laborar fuera de horarios, a abandonar cualquier otra actividad y
compromiso establecido para dedicarse a trabajar. Al adicto al trabajo poco le
importa lo que piensan y sienten sus seres queridos —desplazados por la actividad
laboral— para ponerse a trabajar fuera de horas y abandonar los espacios
destinados a la familia y el bienestar personal.
¿Cómo identificar a un adicto al trabajo?
Lo primero es darse cuenta que el trabajo comienza a
desplazar el resto de las facetas de la persona, la mente sólo se ocupa de
pensar en el trabajo y en lo que hay que hacer, es imposible concentrarse en
otras actividades.
Entre los síntomas de la adicción al trabajo encontramos, en
primer lugar, la dificultad para relajarse, siendo que quienes lo padecen no
pueden conciliar el sueño por las noches ni relajarse. Se la mantienen alterados
y tensos.
Las personas adictas al trabajo no pueden cambiar su actitud
ni siquiera cuando están en su lugar de descanso.
En segundo término, los adictos al trabajo sienten una
enfermiza necesidad de controlar todas las situaciones, circunstancias, los
horarios, todo. Sin embargo, se descontrolan emocionalmente cuando siente que
algo se sale del cauce que ellos consideran deben seguir los acontecimientos.
En tercer lugar, los adictos al trabajo son fácilmente
identificables porque para ellos es difícil relacionarse fuera del ámbito
laboral. Tienen grandes dificultades para establecer vínculos con personas
fuera de su centro de trabajo.
El trabajo lo domina todo en su vida y sus conversaciones
girarán casi exclusivamente sobre lo que en el contexto laboral sucede. Son
personas aisladas y con muy pocas amistades y nexos.
Para los workaholics
el éxito sólo se circunscribe a aquellos logros alcanzados en lo laboral y el
rendimiento y productividad laboral acapara sus aspiraciones.
Atrincherados en el trabajo, estas personas evitan problemas
personales, la afectividad con otras personas y cualquier otra situación que se
ubique fuera los muros de su oficina o empresa.
La adicción al trabajo es causada generalmente por la alta competitividad
imperante en algunas empresas en las cuales las personas para alcanzar
figuración hacen cualquier cosa para escalar y hacerse notorios como
profesionales.
Igualmente la excesiva ambición y los puede llevar a
obsesionarse con escalar en la pirámide organizacional y para ello son capaces
de lo que sea. Carecen de reparos y escrúpulos para lograr figurar en los
primeros lugares dentro de las organizaciones.
Carecen de orden y por eso son incapaces de culminar sus
tareas dentro de los horarios establecidos.
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