martes, 7 de febrero de 2017

¿Se aprende a ser emocionalmente inteligente?



Por Raúl Gorrín.- La inteligencia emocional es uno de esos conceptos en los que vale la pena repasar regularmente. No es asunto que podamos o debamos dejar de lado, pues de ello depende en gran manera el que manejemos con éxito nuestras organizaciones.

Comencemos por recordar que la inteligencia emocional es la capacidad que tienen las personas para manejar, entender, comprender, seleccionar y trabajar, tanto sus emociones como las de los demás, con eficiencia y con resultados positivos.

En pocas palabras, ser una persona emocionalmente inteligente lo ayudará a tener el control de sus emociones y de las personas que rodean.

Ahora bien, ¿puede aprenderse o enseñarse a las personas a ser emocionalmente inteligentes?
¿Qué se puede hacer ante las situaciones altamente estresantes?

¿Hay acaso estrategias que permiten alcanzar el control emocional?

Las investigaciones han determinado que las competencias emocionales son más importantes que las habilidades técnicas. De hecho, ahora las organizaciones al momento de hacer la selección del personal, no solamente se interesan en conocer la experiencia de los candidatos, sino que insisten en explorar las habilidades con que cuentan para determinar qué actitud asumirán al momento de desarrollar sus funciones.

Para desarrollar la inteligencia emocional existen varios modelos, siendo el más utilizado el de Daniel Goleman quien establece que es necesario aprender, desarrollar o enseñar la inteligencia emocional y para ello hay que fortalecer cuatro competencias emocionales, a saber, la autoconciencia, el autocontrol, la conciencia social y las habilidades sociales.

Así tenemos que es primordial trabajar la autoconciencia pues es imposible que una persona cambie su actitud, su manera de comportarse sino está consciente de que tiene un problema y es necesario que trabaje para corregirlo.

Los ejercicios de atención plena pueden ayudar a desarrollar la autoconciencia.

Pero no es suficiente hacer conciencia de que se tiene un problema y de que se está actuando equivocadamente. Así que una vez la persona sepa que está generando un impacto negativo en las demás personas, es imprescindible trabajar en la conducta, es decir hay que desarrollar el autocontrol
Para trabajar el autocontrol hay que aprender conocer los factores estresores para poder dominarlos y hacerles frente para así hacer que no le afecten. Hay que prepararse para enfrentar las circunstancias que le sacan de control.

La conciencia social es la tercera competencia que hay que desarrollar para adquirir el control emocional, es decir, para ser una persona emocionalmente inteligente.

Así tenemos que la conciencia social es la capacidad de concientizar que las otras personas tienen sentimientos e intereses que hay que respetar. Para los líderes o quienes tienen trato con el público, esto es fundamental.

Para aprender a escuchar y entender a las demás personas, una estrategia que puede funcionarle es hacer preguntas, oblíguese a saber qué siente o qué le sucede a la otra persona, indague sobre el problema, qué quiere para resolver el inconveniente. Para los vendedores es muy importante la conciencia social para saber cuáles son los intereses de las personas.

La cuarta competencia que hay que desarrollar para a su vez desarrollar la inteligencia emocional son las habilidades sociales que es la conducta que se mantiene con las demás personas.

Para desarrollar esta competencia es importante trabajar en la forma como exponemos nuestras diferencias con los otros. Hablamos de comunicación para poder entenderse.

El modelo hay que desarrollarlo entendiendo el orden dado, una competencia a la vez comenzando por la autoconciencia, seguidamente el autocontrol, luego la conciencia social y, finalmente, las habilidades sociales.

Visita también:

SÍGUEME..




No hay comentarios:

Publicar un comentario