Por Raúl Gorrín.- Para muchos empresarios y emprendedores el
mantener deudas con los bancos es una situación normal, para ellos no reviste
ningún problema, pues, incluso, estiman que esa es la condición natural de todo
propietario de alguna organización.
Sin embargo hay que decir que en su mayoría los préstamos
que las empresas mantienen no se justifican y obedecen solamente a una mala
gestión en materia de producción y comercialización.
Y sí, la actividad bancaria mueve buena parte de la economía
global de los mercados, pero eso no quiere decir los manejos que allí se operan
sean los más adecuados.
Muchos de los préstamos son costosos y peligrosos,
respondiendo en su mayoría a la necesidad de cubrir los agujeros de una mala
gestión administrativa de las empresas.
Generalmente los préstamos bancarios se solicitan para
efectuar inversiones en bienes de uso, inversiones en inventarios, concesiones
de créditos, adquisiciones de bienes de cambio, cubrir gastos inesperados o superar
los desfasajes entre el momento de pago y el de cobro.
Tenemos que decir que lo único admisible al momento de
obtener un préstamo debe ser que la rentabilidad que se espera del mismo sea
superior al costo del préstamo, incluidos intereses, comisiones y demás gastos.
Es imperioso trabajar para equiparar los egresos con los
ingresos y ello se logra con una eficaz administración del presupuesto de
tesorería y una adecuada gestión del efectivo circulante que tome en cuenta los
factores de riesgos con algunos cheques al momento de presentarse al cobro o la
impuntualidad en el cobro de algunas cuentas.
En este sentido es necesario el permanente monitoreo de los
ingresos y egresos reales y compararlos con los presupuestados, de modo de
poder captar inmediatamente los problemas para aplicar los correctivos
pertinentes.
Lo ideal es que los egresos se manejen de forma tal que sean
menores a los ingresos previstos, a los cuales se suma el colchón de seguridad
que debe establecerse con los fondos ahorros. Esto evitará que produzcan
desfases que generen mayores inconvenientes.
Esta técnica no solamente evitará problemas con los bancos,
sino también llevará a las organizaciones a prescindir de estas instituciones
como financistas de las operaciones empresariales, las cuales será posible
cubrir con los recursos generados por la gestión administrativa.
Evite desperdicios que disminuyan las utilidades. Tener
exceso de inventarios sólo ocasiona gastos financieros por la necesidad de
financiarlos con créditos bancarios y además contraen la capacidad de disponer
de fondos que puedan destinarse a actividades de mayor rentabilidad o rotación
de activos.
La utilidad empresarial también se puede ver disminuida por
bajos niveles de calidad y productividad, así como llevar a cabo actividades con
poco valor agregado.
Algo que también es determinante es la falta de
mantenimiento de las máquinas y equipos, que hace que surjan imprevistos que
requieran de erogaciones extraordinarias para su reparación o sustitución por
nuevos aparatos.
La falta de planificación de las ventas es otro factor que
encarece las gestiones empresariales.
Por tanto, evite las deudas bancarias y si es imperativo
adquirirlas procure que representen una parte minoritaria del pasivo.
Ponga atención al banco con que estima endeudarse, estudie
los valores, cultura y políticas del mismo.
Analice cuidadosamente los plazos, tasas y estructura de la
deuda a contraer.
Compare la diferencia entre la rentabilidad que obtendrá por
los fondos solicitados y los costos totales de dichas deudas.
Revise y elimine sistemáticamente todos los desperdicios o
despilfarros que mermen sus utilidades, pues las utilidades que hoy no perciba
serán los fondos que mañana necesite.
No despegue sus ojos de los presupuestos y flujos de
tesorería.
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