Por Raúl Gorrín. “El que mucho abarca, poco
aprieta”, reza el refrán popular que en tiempos actuales tiene más vigencia que
nunca. Los altos niveles de actividad que la vertiginosidad de los tiempos
impone hacen que vivamos en una época de grandes demandas. Por eso las
respuestas no se hacen esperar: “no tengo tiempo”, “no doy abasto”, “necesito
más horas”. Algunos creen que esto es positivo y retrata a alguien con una
agenda a tope. Pero, ojo, no siempre es así.
Tal
actitud hace que muchas de las actividades que se realizan bajo este esquema
sean llevadas a cabo casi automáticamente, sin noción clara de lo que se hace.
¿Es esta una actividad productiva? Es de poner en duda.
Para colmo
este comportamiento genera altos niveles de estrés, lo cual es pernicioso para
la salud.
Además, el
estrés limita la capacidad de atención, de conciencia y de empatía. El sujeto se
concentra en su propia situación, la que lo afecta.
Lo bueno
es que esto es controlable y con toda seguridad es posible afirmar que esta
situación se puede mejorar y el individuo puede ser más feliz en el trabajo,
experimentar gozo y bienestar, al tiempo que se es productivo.
Lo malo
del asunto es que hay que tomar decisiones, cambiar actitudes y creencias,
rediseñar nuestros modelos y paradigmas destinados a asumir nuevos patrones más
saludables. Esto, eso sí, necesita de paciencia y perseverancia.
La psicología
positiva permite transformar las conductas antes descritas.
Es
fundamental racionalizar la jornada de trabajo de tal manera que la misma
incluya pausas, recesos, momentos para “darse un respiro”. Y cuando hablamos de
respirar, lo decimos en el sentido estricto de la palabra. Esto permitirá
modificar la cadena de factores estresantes antes de que ocurra una
explosión.
Es un
método que consiste en “ensanchar” la respiración conscientemente y así
recuperar una frecuencia cardíaca más lenta y ampliar las ondas cerebrales. De
allí viene la calma, el sosiego y el pensamiento integrador y más bienestar. (Raúl Gorrín)
La respiración
profunda es algo que podemos usar de forma económica y autónoma. Lo único que
se necesita es el deseo de hacerlo y un poco de constancia, de manera de que
esto sea algo que realicemos varias veces al día.
Estas
pausas son un momento para realizar una larga inspiración todo lo profunda que
se pueda llevando el aire llega hasta el abdomen. Luego se hace una larga
expiración también, expulsando todo el aire lleno de dióxido de carbono. Esta
es una operación que se hará tres veces.
Igualmente
se pueden dejar espacios en la agenda diaria de modo de posibilitar la
flexibilidad. Es preciso poner límites. Hacer las dos o tres cosas más
importantes para cada jornada. Esto mejorará la productividad al poder dedicar
a cada actividad que se lleve a cabo el tiempo y la atención que requieren sin
atosigamiento. Lo mejor, estaremos mejorando nuestra salud y la salud de
nuestra organización. (Raúl Gorrín)
Visita también:
No hay comentarios:
Publicar un comentario