Cuando escuchamos hablar de excelencia, la gente suele apreciarlo como un don, un atributo que
se tiene o no se tiene; un valor de pocos, y no como una cualidad producto del
esfuerzo, disciplina y constancia que debería estar presente en cada uno de
nosotros, no solo en el desempeño laboral sino en todas las facetas de nuestra
vida.
Y ese es el punto que hoy quiero compartir: no podemos
valorar y procurar lo que no se conoce. Es preciso inculcar en nuestros colaboradores
la importancia de la excelencia y las formas de alcanzarla.
Siempre me he declarado enemigo de la mediocridad, y sus
efectos en el ámbito laboral, empresarial y social. Y el antídoto para este mal
que envilece y carcome el desarrollo humano es precisamente la excelencia vista
en forma integral; aquella que rige nuestros actos y nos hace mejores personas.
La búsqueda de la excelencia es una práctica diaria, un
camino en el que se aprende constantemente y que te ayuda a alcanzar metas, permitiéndote superarte
como individuo y como ciudadano.
Si quieres dejar de ver a la excelencia como una cualidad
de algunos e incorporarla a tu vida para mejorarla y enaltecerla, observa estos hábitos que pueden ser el
inicio de un cambio importante en tu quehacer diario:
1.-
Puntualidad. Sin duda alguna un buen inicio para
relacionarte con los demás, con respeto y profesionalismo.
2.-
Planificación. Tener clara tus tareas del día, las metas
inmediatas y las expectativas a largo plazo te colocan en posición de ventaja
frente al uso del tiempo, las decisiones posibles y el manejo de los
imprevistos.
3.-
Administra tu tiempo y tus energías. Identifica y aprovecha tu
propia curva de rendimiento y organiza las labores en función de ello.
4.-
Trabaja en equipo. Aprende a delegar, a comunicarte
efectivamente, practica el compañerismo y sácale partido al plus que se deriva
de esa sinergia en función del logro de los objetivos.
5.-
Procura ser la solución en lugar del problema. Con
eso me refiero a que recurras a tus capacidades para afrontar con la mayor
autonomía posible la resolución de conflictos, en lugar magnificar el asunto y
esperar a que otro lo haga.
6.-
Asume tus limitaciones. La excelencia supone calidad, y muchas
veces esta no se manifiesta porque asumes tareas que no te corresponden, o para
las cuales no estás preparado.
7.-
Analiza y aprende de los errores. Reserva un tiempo para
evaluar tu trabajo y detectar fallas, para así mejorar los procesos y convertir
los errores en un aprendizaje.
8.-
Higiene mental y manejo del estrés. Separa tu vida laboral de la
personal, respeta tus momentos de descanso y entretenimiento. La excelencia no
se manifiesta cuando permaneces tenso, recargado y preocupado, sino cuando hay
un equilibrio emocional.
9.-
Actualízate permanentemente. El conocimiento oportuno y
en constante renovación es clave para lograr resultados excelentes.
10.-
Empatía y solidaridad. No desdeñes tu lado humano, ese que te
permite una conexión efectiva con tus semejantes y que le aporta calidad a tu
desempeño.
La excelencia es el mejor amigo de la rutina de cualquier ser humano, siempre recuerdo en inducción sobre la excelencia, lo que sucedió con la empresa Toyota, que se atrevió a romper paradigma y ahora es lo que es por eso.
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