Por Raúl Gorrín.- El Diccionario de la Real Academia de la
Lengua Española, DRAE, define el verbo procrastinar como diferir o aplazar. Sucumbir ante ella es
correr el riesgo de fracasar por siempre dejar para otro momento acometer una
acción, tarea o proyecto. Quien no se arriesga no cruza el río, reza el refrán
y la sabiduría popular no se equivoca en ello.
Lo primero que hay que advertir es lo
peligroso que resulta caer en el hábito de procrastinar, pues puede llevar
irremediablemente en la postergación de objetivos y metas que al no ser
alcanzados conducen al fracaso o, peor aún, al marasmo.
Igualmente es peligroso el realizar las
tareas con retraso, pues puede ocasionar que no llevarla a cabo en el momento
indicado conlleve a resultados contrarios a los esperados.
El emprendedor es por definición lo
contrario al procrastinador, pues el primero es una persona dispuesta, afanada
y proclive a la actividad y logro de los objetivos. Sin embargo, no es del todo
errado decir que en algún momento el emprendedor pueda procrastinar y llegar a
convertir esta conducta en un hábito.
En pocas palabras, para el emprendedor
procrastinar es la peor de las decisiones, pues puede ir directo a la inacción.
Procrastinar es especialmente grave cuando
se evita hacer algo o alguna actividad porque la misma implica esfuerzo,
compromiso o simplemente trabajo; o porque se prefiere optar por lo más fácil aun
cuando no sea efectivo; o porque es la norma habitual de comportamiento.
Ahora bien, ¿cómo lograr dejar de
procrastinar?
Haga toda actividad que le lleve menos de
dos minutos sin necesidad de mucho reflexionarla, ejecútela y punto. Si dos
minutos le parece muy poco tiempo, entonces establezca la norma con otro
tiempo, como cinco, diez o quince minutos. Esto le permitirá evitar posponer un
montón de tareas.
Comience con pequeños pasos cuando siente
temor de realizar alguna tarea. Comience y trabaje por sólo 5 o diez minutos y
déjelo. Luego vuelva a intentarlo. Sucede que cuando una tarea es iniciada el
miedo se desvanece, así al tercer intento ya verá cómo sigue la labor por pura
inercia hasta concluirla. Con el primer paso se vence la resistencia.
Tome decisiones cunado lleve postergando
una tarea por mucho rato. Tómese unos minutos para reflexionar acerca de las
razones que lo frenan e inmediatamente
decida iniciarla. Si luego de pensarlo, la decisión es no realizarla, entonces
ya no estará procrastinando sino postergándola racionalmente o sencillamente
decidiendo no acometerla.
Si
una tarea que le propongan sencillamente no le gusta, pues diga que no está
interesado en realizarla y punto. No tiene que decirle sí a todo.
En algunos casos abandonar una tarea es una
opción necesaria. Lo importante es que la razón de hacerlo no obedezca al
miedo, sino porque estima que no es conveniente ejecutarla en ese momento. Esperar
no significa procrastinar.
Evite las distracciones como el teléfono celular,
la tableta o el Internet. Manténgalos alejados de usted.
Si el trabajo que tiene que hacer es muy
largo o complicado, pues entonces divídalo en etapas y vaya avanzando de este
modo.
Póngase premios o recompensas para luego de
hacer esas tareas que le resultan pesadas.
No se agobie, pautase listas cortas de
tareas y luego de que las termine, planifique las otras.
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