(Raúl Gorrín) De estar enfermos nadie se
escapa, a todos nos pasa, desde un resfriado hasta padecimientos más
complicados, unos más desafortunados que los otros. Esta situación se hace
sentir en los centros de trabajo, donde los directivos y líderes deben aprender
a manejar el hecho y, sobre todo, deben prepararse para ayudar a los trabajadores
con problemas de salud.
El asunto
requiere más cuidado cuando de empleados con enfermedades de gravedad o
trastornos de gran delicadeza se trata. Gestionar esto es muy difícil para
cualquier jefatura.
Es una
tarea urgente esta por cuanto a la empresa le interesa, aparate de la salud de
sus empleados, el lograr que estos se reincorporen cuanto antes a su trabajo.
Se ha
determinado que los problemas más serios y costosos son el abuso de drogas, la
depresión y la violencia. Raúl Gorrín)
En el
primero de los casos, es decir los trabajadores con problemas de adicción a las
drogas y el alcohol es el flagelo de mayor incidencia en los centro de trabajo,
según indican algunas estadísticas. Estas revelan que entre 6 y 15 por ciento
de los empleados de pequeñas y grandes empresas sufren de adicciones a drogas o
alcohol.
Igualmente
se ha establecido que 75 por ciento de quienes acuden a servicios de emergencia
telefónicos lo hacen por problemas con drogas, mientras que 44 por ciento vende
drogas a sus compañeros de labores y 18 por ciento roban dinero a otros
trabajadores para comprar las sustancias de adicción.
Igualmente
investigaciones señalan que el alcoholismo representa el 15 por ciento de los
costos de salud.
Pese a lo
que apuntan las evidencias, los líderes de los centros de trabajo se niegan a
reconocerlo. (Raúl
Gorrín)
Estas
situaciones ocasionan frecuentes ausencias en el trabajo, bajo rendimiento,
aumento de los accidentes laborales, cambios en los hábitos de trabajo.
Algunas
empresas han comenzado a implementar programas educativos y de prevención entre
sus trabajadores.
La
depresión es el segundo de los problemas de salud con más incidencia en los
centros de trabajo. Se ha determinado que la mayoría de los casos se presentan
entre los empleados en edades comprendidas entre los 25 y los 44 años.
Estaríamos hablando de un empleado entre 20 por cada empresa.
Lo peor es
que dos tercios de estas personas no reciben la atención médica necesaria.
La
depresión es ignorada o encubierta.
Esta
enfermedad tiene una alta incidencia en las finanzas de las empresas,
llegándose a estimar en 27 mil millones de dólares anuales.
La
depresión es la causa de mayor ausentismo laboral, mucho más que la
hipertensión, la diabetes y los problemas intestinales.
Entretanto,
la violencia tiende aumentar el nivel de incidencia en las organizaciones,
llegándose a registrar unos mil 600 homicidios en los lugares de trabajo cada
año. Una cifra que va en ascenso.
Los
trabajadores potencialmente violentos presentan irritabilidad crítica y son por
lo regular perturbadores. Son muy sensibles a la crítica, son maliciosos y
perciben como conspiración toda actitud que tienda a mantenerlos al margen.
Ante las
situaciones descritas de adicción, depresión y violencia, corresponde al líder
empresario y emprendedor, mantenerse atentos a los cambios de conducta, cambios
de hábitos en el trabajo y en las relaciones laborales. Es necesario abordar el
problema como cualquier otro.
Controle
la asistencia y el rendimiento laboral tan pronto perciba la situación
irregular. No diagnostique pero sí informe a los empleados y jefes del asunto y
trate de canalizar la ayuda profesional para el asunto.
Lo más
probable es que las personas en esta situación se nieguen a aceptar el
problema. Como jefe le corresponde centrarse en el rendimiento laboral y no en
la personalidad del trabajador. Manténgase firme e insista que el empleado
afectado recurra a la ayuda profesional.
En cuanto
a los empleados perturbadores es preciso controlarlos para que no alteren el
clima del lugar de trabajo.
La ciencia
ha determinado que hay algunos estadios o tipos de estas personas. Están los
que por su aspecto físico intimidante tratan de avasallar a sus compañeros.
Están siempre prestos al conflicto.
Está el
empleado negativo que nunca se siente feliz y se niega a toda posibilidad de
convivencia. Lo mejor es no discutir con ellos y demostrarles que su
negatividad no tiene fundamento.
El
trabajador indiferente es callado e insensible a los pedidos de ideas,
colaboración o soluciones. Lo pertinente es plantear los problemas o
situaciones ante ellos y hacer silencios que los conminen a participar y a
hablar. Hágale saber que su actitud crea serios problemas.
Ente el
empleado fanfarrón que permanentemente abruma al resto con sus intervenciones
en las que buscan proyectarse como expertos en toda materia. Hágales saber que
usted entiende lo que dicen. Si no está de acuerdo con ellos pídales más
información que en la medida en que avanzan en su discurso pierden pericia y
efectividad. Demuéstrele su autoridad y hágales saber quién es la persona que
manda. (Raúl
Gorrín)
Ante el
empleado que ante cualquier circunstancia quiere boicotear al resto, ironizar
sobre ellos o atacarlos subrepticiamente, conmínelos a acabar con esa
situación. Esto hágalo en privado. Reprócheles sus críticas encubiertas y
enfatice que no está dispuesto a tolerar esta situación.
A quienes
se mueven entre el humor y los arranques de ira es mejor dejarlos tranquilos en
los momentos en que esto último sucede pues no se sabe nunca cuál puede ser su
reacción, pues son personas irracionales. Tampoco demuestre miedo. Luego hable
con él a solas y de manera firme y contundente adviértales que no está
dispuesto a tolerar estas situaciones. Pregúntele acerca del porqué de sus
reacciones y juntos traten de resolver el problema.
Al
trabajador insatisfecho, ese que se queja por todo, escúchelo con atención y
parafrasee sus quejas y reclamos. Pídale sugerencias para solucionar los
supuestos problemas. Póngale tareas específicas que lo puedan ayudar a ver la
situación con mayor perspectiva. Ínstelo a que analice la situación y determine
cuánta pertinencia y legitimidad hay en sus reclamos. (Raúl
Gorrín)
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